Estoy convencido que esta "democracia", que nació como una concesión de la oligarquía al pueblo, fue configurada a propósito, para seguir conservando los resortes del poder. Si no, no se explica que bloquearan en la constitución el sistema electoral y la definición precisa del distrito electoral para evitar trampas.(jragc en el Confidencial)
Uno de los mayores logros que ‘el pueblo’ ha conseguido en materia de derechos civiles fue la promulgación de la Ley del Habeas Corpus. La sancionó Carlos II de Inglaterra en 1672, tras la restauración de la monarquía una vez finalizada la etapa republicana iniciada tras la Guerra Civil. Al principio la norma era muy básica: tan sólo tras una orden judicial podía producirse la detención de una persona; luego, con el paso de las décadas las garantías civiles de la ciudadanía se fueron ampliando.
A partir de los 1980s las cosas se fueron complicando y empezaron a producirse actos que afectaban a la ‘seguridad del Estado’, actos contra los que había que implementar medidas especiales. La seguridad se fue anteponiendo a antiguas garantías civiles hasta que la evolución de las cosas ha llevado al proyecto que el Gobierno de España tiene en estudio y que posibilitará las escuchas sin autorización judicial, y que se extenderán a “delitos que, en virtud de las circunstancias del caso puedan ser considerados de especial gravedad, y existan razones fundadas que hagan imprescindible la intervención de comunicaciones”.
Claro, las pregunta son obvias: ¿quién determinará las circunstancias?, ¿qué circunstancias podrán ser consideradas de espacial gravedad?. Estas preguntas saldrán en la tramitación de la norma, y se pondrán los ejemplos de rigor: actos de terrorismo contra la población indefensa, asesinatos en serie al estilo de los films de Hollywood, fraudes y estafas masivas que afecten a caudales públicos obtenidos con el esfuerzo de los españoles, … Pero no se hablarán de otras cosas; de estas cosas:
Ya saben, pienso que la situación social se va a degradar mucho, muchísimo. Que vamos a un desempleo estructural del 18% para después de la crisis (BBVA Research hace menos de un mes) lo que equivale a un paro estacional que puede llegar al 30%; una situación en la que el empleo a tiempo parcial y la ocupación temporal serán la norma porque las necesidades productivas llevarán a eso; una situación en la que la pobreza real será muy elevada aunque se pongan en marcha medidas como la renta básica, que se pondrán, y programas como el de los bonos de comida vigente en USA desde la Depresión; un entorno en el que la tensión social será patente porque el descontento estará latente en una sociedad fraccionada en tres tercios. En un entorno como ese caracterizado por unos grupos que tendrán algo y unas mayorías que tendrán muy poco (el 1% que tendrá de todo siempre ha estado en otro nivel) la tensión podrá palparse en cada esquina aunque se produzca la legalización de la marihuana, que, pienso, ya saben, se producirá.
Lo más lógico es que esa tensión, partiendo de la base de que las revoluciones no están de moda, se traduzca en conatos de protesta: por el paro enquistado, por las carencias que producirán los progresivos recortes del modelo de protección social, por la falta de expectativas; cosas que nada tendrán que ver con el terrorismo, ni con los asesinatos en serie, ni con las estafas a los fondos públicos. A la luz de esa nueva norma, ¿serán esas tensiones calificadas de ‘delitos de especial gravedad que hagan imprescindible la intervención de las comunicaciones privadas sin una orden judicial’.
Sumen a esto la normativa ya vigente sobre manifestaciones, piensen en otra que regule el derecho de huelga, e imaginen otra más que vele porque no sea posible publicar informaciones que creen pánico entre la población ni menoscaben la moral de la ciudadanía. Hay puertas que cuesta mucho de abrir, pero que una vez abiertas …
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.
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Nota : pongo estos tres refranes para que el lector tenga cuidado con lo que lee. Es muy facil manipular a la gente, todo el cuidado es poco. Hay que CUESTIONARSE lo que se lee, CONTRASTARLO y luego CADA UNO DEBE LLEGAR A SUS PROPIAS CONCLUSIONES.
** Soy un EMPRESARIO JUBILADO que me limito al ARCHIVO de lo que me voy encontrando "EN LA NUBE" y me parece interesante. **
** Lo intento hacer de una forma ordenada/organizada mediante los blogs gratuitos de Blogger. **
** Utilizo el sistema COPIAR/PEGAR, luego lo archivo. ( Solo lo INTERESANTE, según mi criterio). **
** Tengo una serie de familiares/ amigos/ conocidos (yo le llamo "LA PEÑA") que me animan a que se los archive para leerlo ellos después. **
** Los artículos que COPIO Y PEGO EN MI ARCHIVO o RECOPILACIÓN (cada uno que le llame como quiera), contienen opiniones con las que yo puedo o no, estar de acuerdo. **
** Si te ha gustado la publicacion, lo mejor que debes hacer es ir al blog/pagina del autor y DEJAR UN COMENTARIO. En mi blog no puedes dejar comentarios, pero si en el del autor. **
** Cuando incorporo MI OPINIÓN, la identifico CLARAMENTE, con la única pretensión de DIFERENCIARLA del articulo original. **
** Pido perdon por MIS limitaciones literarias. El hacerlo mejor (no mucho) me cuesta dedicarle MAS TIEMPO, y la verdad es que (ademas de no tener tiempo) tengo poca paciencia, por ello, y nuevamente, pido disculpas por las susodichas limitaciones. **
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Año 1931. Como recuerdan los historiadoresCabreray Del Rey, sólo diez nobles poseían como mínimo (todavía no existía un mapa de la riqueza rústica) el 0,8% de territorio nacional. Pongamos algunos ejemplos: elduque de Medinaceli, 79.000 hectáreas; elduque de Peñaranda, 51.000 hectáreas; elduque de Vistahermosa, 47.000; elduque de Alba, 34.400… La lista es interminable. De hecho, los 89 grandes de España restantes poseían al menos un 0,6% adicional del territorio. En total, más de 7.000 kilómetros cuadrados que se repartíanunas docenas de familias.
El resultado es conocido. España tenía en el primer tercio del siglo XX una estructura social más propia del feudalismo que de la edad contemporánea. Hasta el punto de que apenas el 4% de los propietarios o cultivadores (unos 164.000 individuos) retenía, al menos, el 49,5% de la renta agraria, fundamental en la producción nacional en un país que vio pasar de largo larevolución industrial.
Entre todos los aristócratas destacaban el duque de Alba y el del Infantado. No es para menos teniendo en cuenta que la Restauración convirtió en referente social todo lo que oliera a aristocracia. Entre 1874 y 1931, ‘nacieron’ 167 condes, 30 vizcondes y 28 barones.
La causa era muy simple. Los nuevos burgueses querían emparentarse con la vieja nobleza arrinconada durante el auge del liberalismo. Aunque pueda parecer sorprendente, el nombre del duque de Alba -al borde de la ruina a principios del siglo XIX pese a que seguía cobrandodiezmos, un tributo medieval- no figura en los anuales financieros españoles hasta los años 20 del pasado siglo. A partir de ese momento, sin embargo, todo cambió.
Éste es, en realidad, el contexto en el que vivió la ‘rebelde’ duquesa de Alba, convertida en los últimos días en una especie de princesa del pueblo por su forma campechana de entender el mundo y su ‘sevillanía’. La causa de tal disparate probablemente tenga que ver con esa fascinación por el poder que está en el ADN de un país tradicionalmente de lacayosCon la explosión del comercio, tras la pérdida de las colonias y la repatriación de ingentes fortunas, los nuevos industriales y banqueros querían estar cerca de la Corona, y el camino más recto eran los aristócratas sumisos a Alfonso XIII. Eso explica, por ejemplo, que Jacobo Fitz-James Stuart -Jimmy para los amigos- fuera llamado a presidir, por ejemplo, Plus Ultra Cinematográfica pese a no poseer ningún título de la compañía. Igualmente, fue accionista del Metro de Madrid, la obra pública más importante de la época, de la mano de su amigo Alfonso XIII, también accionista.
Sin embargo, sus mayores ingresos los obtuvo por la presidencia de Standard Eléctrica, la compañía que creó la estadounidense ITT tras adjudicarse Telefónica en una polémica subasta, y que tenía el monopolio de los suministros a la filial estadounidense de telefonía.
Un conservador autoritario
El marqués de Urquijo -muy unido también a Alfonso XIII- fue su socio de correrías financieras. Pero mientras éste era realmente un hombre de negocios (fue clave en el renacimiento industrial de España), Jacobo Fitz-James Stuart -a quien se ha definido políticamente como un conservador autoritario- no era más que un refinado dandi volcado en la práctica del polo y en el disfrute de las bellas artes, pero completamente ignorante en lo relacionado con operaciones mercantiles. Simplemente, subcontrataba sus títulos nobiliarios al mejor postor, lo que dio alas a la Casa de Alba.
Para hacerse una idea de lo que significaron aquellos años en que reinaba la aristocracia y el poder caciquil, basta decir que de no mediar la crisis demográfica derivada de la guerra civil y la postguerra, España hubiese tenido en 1950 el mismo número de analfabetos que en 1887.
El duque de Alba y el rey, además invirtieron en comandita en la Compañía del Golfo de Guinea y en CHADE, la eléctrica que presidiría Cambó en su exilio y que acabó siendo nacionalizada en Argentina. De esas operaciones nace su fortuna.
Éste es, en realidad, el contexto en el que vivió la ‘rebelde’ duquesa de Alba, convertida en los últimos días en una especie de princesa del pueblo por su forma campechana de entender el mundo y su ‘sevillanía’. La causa de tal disparate probablemente tenga que ver con esa fascinación por el poder que está en el ADN de un país tradicionalmente de lacayos,que ha visto pasar dictaduras y asonadas militares con total normalidad. Y que se manifiesta incluso ahora con toda crudeza, cuando la corrupción emerge, precisamente, porque quien debe ejercer los contrapoderes (jueces, políticos, periodistas, académicos… no lo hacen).
Sin duda, porque en España nunca hubo una revolución liberal capaz de expulsar de la historia a la vieja y rancia aristocracia del Antiguo Régimen, como sucedió en la mayoría de los países europeos.
Da todavía más náuseas, escuchar, o leer, a un exalcalde sevillano, que se dice socialista, retratando a doña Cayetana como ‘machadiana’, cuando el bueno de don Antonio -que murió sólo y pobre en el exilio de Colliure abrigado por el mismo gabán de toda la vida- representaba justamente lo contrario que la Casa de Alba: la humildadEn España, muy al contrario, estar cerca de la nobleza era y es un timbre de gloria para los burgueses advenedizos, y eso es lo que explica su supervivencia. Incluso, exdirectores de periódico que se dicen liberales y hoy se presentan como ‘antisistema’ encabezaron hace años un movimiento de la nobleza para establecer la igualdad de sexos en la sucesión de los títulos, cuando si hay algo que choca contra el liberalismo es, precisamente, el Antiguo Régimen y su corte de holgazanes. El despropósito ha llegado hasta nuestros días y el anterior monarca ha ido repartiendo títulos nobiliarios entre sus amigos como se si tratara de un rey feudal.
Las manos muertas
Es evidente que doñaCayetana no es la responsable de las tropelías de su padre ni de su estirpe, pero ocultar lo que ha significado la Casa de Alba para este país como se ha hecho en los últimos días, refleja el desprecio por la historia, lo que hace que España caiga una y otra vez en los mismos vicios. Las recesiones y los elevados niveles de desempleo no caen del cielo, son fruto de errores cometidos en el pasado.
Y ver ovacionando a miles de ciudadanos con lágrimas en los ojos a la insigne representante de una rancia aristocracia sólo puede repeler en el siglo XXI. Sobre todo cuando esas muestras de dolor se hacen desde una de las regiones más pobres del país, con altísimos niveles de paro a causa de su secular atraso económico.
Debido, precisamente, al poder de esas manos muertas que denunciaban hace más de un siglo los regeneracionistas. Ya decía hace algún tiempo el expresidente extremeño Rodríguez Ibarra, con razón, que cuando un señorito invitaba a los pobres a una fiesta flamenca era para dar palmas.
Da todavía más náuseas, escuchar, o leer, a un exalcalde sevillano, que se dice socialista, retratando a doña Cayetana como ‘machadiana’, cuando el bueno de don Antonio -que murió sólo y pobre en el exilio de Colliure abrigado por el mismo gabán de toda la vida- representaba justamente lo contrario que la Casa de Alba: la humildad.
Y hablando de Machado, no estará de más recordar que en una ocasión Churchill, siendoJacobo Fitz-James Stuart embajador español en Londres en los años más negros del franquismo (era pariente muy lejano del premier británico) le recomendó que Franco diera una amnistía para aquellos que había perdido la guerra y que literalmente se morían de hambre (no eran los dirigentes políticos). El duque le contestó que no podían dejarse impunes 400.000 crímenes. Todo un gesto de magnanimidad para un hombre de tan alta alcurnia.
Existe, en este sentido, una foto que hace años distribuyó la propia Casa de Alba en la que se ve al duque enfundado en un mono de trabajo observando con cierta incredulidad los destrozos que habían ocasionado los bombardeos nazis sobre Londres, justamente cometidos por los aliados del Gobierno que él mismo representó hasta 1945. Es decir, durante los momentos de mayor represión del régimen. No estará de más recordarlo antes de que el país se bañe en lágrimas por una representante de la Casa de Alba.
Quise ser periodista para viajar; pero al final algo debió fallar y he acabado siendo una especie de tecnócrata del periodismo económico. No me quejo. Ello me permite aprender todos los días y contar lo que sucede. Sin apriorismos y sin necesidad de echar mano de los célebres espejos deformantes que colgaban del Callejón del Gato, y que tanto asombraban a Valle-Inclán. Nací en Madrid en el mismo año en que Bardem estrenó Calle Mayor y soy Licenciado en Ciencias de la Información. He escrito un par de libros sobre el capitalismo español -Los Nuevos Amos de España y Dinero Fresco- y he trabajado en radio, televisión y prensa escrita. Y al final he descubierto que Internet es todo eso y algo más.
Carlos Sánchez es Director adjunto de El Confidencial.
El ducado de Alba de Tormes, comúnmente denominado ducado de Alba a secas, es un título nobiliario hereditario que el rey Enrique IV de Castilla otorgó, ...
Nota : pongo estos tres refranes para que el lector tenga cuidado con lo que lee. Es muy facil manipular a la gente, todo el cuidado es poco. Hay que CUESTIONARSE lo que se lee, CONTRASTARLO y luego CADA UNO DEBE LLEGAR A SUS PROPIAS CONCLUSIONES.
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La infanta Cristina a su salida de la Audiencia Provincial de Palma de Mallorca en febrero de este año - Foto Gtres
España cada día parece menos un país civilizado y más una casa de locos, o tal vez de lenocinio, porque toques lo que toques surge el escándalo, brota la corrupción. Es evidente que los cambios que el país necesita solo podrán abordarse mediante un gran pacto político y apelar a un gesto de heroísmo parecido al que protagonizaron las cortes franquistas tras la muerte de Franco, no parece una propuesta descabellada.
Lo de Cristina de Borbón estaba descontado, que dicen los expertos en Bolsa. Un sapo más que la sociedad española tendrá que tragarse por mor de la situación de una España que cada día parece menos un país civilizado y más una casa de locos, o tal vez de lenocinio, porque toques lo que toques surge el escándalo, brota la corrupción. Como este sábado contaban aquíOscar López-Fonseca y Javier Ruiz, la Audiencia de Palma ha dado por buena la “doctrina del amor”, según la cual la esposa de Iñaki Urdangarin, confianza ciega en su cónyuge, nunca conoció el origen ilícito del dinero que la mantenía y, por tanto, no pudo incurrir en delito de blanqueo de capitales. Justo lo de Ana Mato y el célebre jaguar que su marido guardaba en el garaje de su casa en Pozuelo. O lo de Rosalía Iglesias y su marido, el no menos célebreBárcenas. Sin embargo, el tribunal sí la responsabiliza por fraude fiscal, con el argumento de que “es innegable e inobjetable que era copartícipe de sociedades ficticias”. ¿Se enteraba o no se enteraba, pues? Todo parece diseñado para que, gracias a la aplicación de la ignominiosa “doctrina Botín”, Cristina dé esquinazo al banquillo, a pesar de que tras la derogación parcial de la citada “doctrina” por posteriores sentencias del Supremo, bastaría con que la acusación popular instase la apertura de juicio oral para que ésta pudiera decretarse, con independencia de que tanto la Fiscalía como la Abogacía del Estado se opusieran a la misma, ya que está fuera de duda que los delitos fiscales vulneran bienes jurídicos supraindividuales (el “Hacienda somos todos” o casi) y no estrictamente individuales, como ayer sábado aclaraba Enrique Gimbernat en El Mundo.
El sapo de la infanta asoma el papo la víspera del aquelarre catalán, qué casualidad, para que resulte engullido por los fuegos artificiales que hoy domingo se disparan en Cataluña a cuenta del butifaréndum que Arturo el Astuto Mas ha organizado para solaz de las huestes independentistas. El final del caso Nòos, con todo, pilla a la Casa Real en una situación mucho más templada, menos dramática, que la que cabía imaginar hace apenas seis meses, y ello como consecuencia del éxito de la operación relevo llevada a cabo en la cúspide de la Corona con la abdicación de Juan Carlos I y la subida al trono de Felipe VI. De repente, una cuestión que se había convertido por mor del desprestigio del monarca saliente en parte, y muy importante, del problema de España, parece haber desaparecido gracias a que se hizo lo que algunos veníamos diciendo que había que hacer: forzar la abdicación de Juan Carlos y poner al frente de la Institución a su hijo, un tipo no contaminado por la corrupción escandalosa que acompañó el reinado de su padre.
Regenerar la institución. Es un ejemplo palmario de lo que habría que hacer con la gran crisis española: Juan Carlos I se había convertido en un problema y se ha resuelto. No es que la vieja disyuntiva Monarquía-República haya desaparecido en absoluto, porque es más que probable que vuelva con fuerza tras las generales de 2015 y la entrada de Podemos en el Parlamento, incluso es posible que rebrote con el fin de la instrucción del caso Nòos –no digamos ya si la infanta llegara a sentarse en el banquillo, cosa por demás improbable-, pero ese debate coge a la institución fortalecida por la presencia como titular de la Corona de Felipe VI, ese debate seguirá existiendo, pero serán las futuras generaciones quienes se entiendan con él. Lo importante es que el issue ha dejado de ser uno de esos puntos calientes que amenazaban la estabilidad del país.
Regenerar la institución. Es un ejemplo palmario de que habría que hacer con la gran crisis española: Juan Carlos I se había convertido en un problema y se ha resuelto
Y no parecía fácil desalojar del trono a un hombre como Juan Carlos I, con el peso de su historia detrás. Los conocedores del personaje, incluso sus mejores amigos, juraban que solo abandonaría el trono con los pies por delante. La incredulidad general se vio finalmente vencida por una decisión del propio monarca, en cuanto entendió que su pérdida de facultades físicas y su desprestigio personal estaban poniendo seriamente en riesgo la continuidad de la institución. Se acabó de convencer el 6 de enero pasado, día de la Pascua Militar, cuando, después de una noche en vela, nervioso y falto de confianza, maltrecho, subió al estrado para leer un discurso que a duras penas pudo acabar. “Es que me bailaban las letras”, comentaría después, apesadumbrado, en palacio. Cuatro días más tarde, el 10 de enero, llamó a Rafael Spottorno a su despacho: “Creo que ha llegado el momento de irme”. Spottorno, adulador por naturaleza, trató de rasgarse las vestiduras. En vano. Sí logró establecer un timing: pedía al Monarca tres conversaciones previas, cual periodo de maduración, antes de dar por buena la iniciativa y ponerla en marcha. Una semana después, el jefe de la Casa del Rey vio que no había marcha atrás, por lo que empieza a trabajar en un papel titulado “Condiciones políticas y jurídicas para una Abdicación”. El 31 de marzo, tras el funeral por Adolfo Suárez (“Adolfo y yo hemos traído la democracia”, más o menos), Mariano Rajoy acude a la Zarzuela para despachar y allí es puesto al corriente: “He pensado en abdicar”. Tres días después lo supo en líder del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba. Desde finales de enero lo sabía el príncipe Felipe. Y naturalmente su mujer. Muy contenta. El martes 27 de mayo, el propio Monarca se lo comunicó en persona a Emilio Botín y César Alierta. El 2 de junio estalló la bomba.
La descomposición del partido en el Gobierno
La gran enseñanza de ese relevo es que cuando los problemas se afrontan con decisión, es posible encontrar soluciones. Cuando, por el contrario, se procrastina la toma de decisiones de acuerdo con el tradicional “vuelva usted mañana”, suele ocurrir que se infectan hasta terminar convirtiéndose en algo más grave: una dificultad insalvable o una enfermedad terminal. Aplazar la solución de las dificultades equivale a embalsarlas con el riesgo de que un día la presa reviente con estrépito llevándose por delante lo que encuentra a su paso. España es hoy una de esas presas a punto de explotar, en la que vierten sus aguas la corrupción, las tensiones territoriales, con el problema catalán en cabeza, y el desprestigio de las instituciones, particularmente de la clase política. Lo que nadie esperaba es que al cóctel letal de corrupción y rebelión territorial fuera a sumarse la descomposición del partido que parecía llamado a asegurar la estabilidad en la tormenta gracias a la mayoría absoluta con la que fue investido en Noviembre de 2011. Lo inimaginable ha terminado por hacerse realidad.
El votante del Partido Popular no es que esté decepcionado: sencillamente lo que está es avergonzado
El PP vive hoy en un incendio permanente, por culpa de la dificultad casi genética de su líder y presidente del Gobierno (el estafermo de Pedro J Ramírez), para tomar decisiones. Entre los escándalos que le brotan por doquier (el último el del presidente extremeño Monago) y los cepos en que el propio partido y su gente más principal caen casi a diario (ese tercer grado concedido a Jaume Matas), el PP vive en un sin vivir. Es como si, haciendo bueno el dicho de que los Dioses ciegan a quienes quieren perder, a Rajoy y su equipo no le aconsejara el magoArriola, sino el peor de sus enemigos. Imposible operar con mayor torpeza. La falta de un relator cualificado, un comunicador con capacidad de transmitir con cierta fluidez la acción del Ejecutivo está alcanzando cotas que rozan lo cómico. Cada vez que abre la boca esa buena moza de apellido Cospedal, las gentes de Podemos se frotan las manos. De modo que el votante del PP no es que esté decepcionado: sencillamente está avergonzado.
La recuperación electoral de la derecha parece a estas alturas una entelequia. Ello, con un PSOE que sigue siendo una incógnita en manos de Pedro Sánchez a cuenta de la progresión vertiginosa de Podemos sobre el caladero de votos de la izquierda, dibuja un horizonte muy preocupante para la estabilidad del país, un país en el que tras las generales de finales de 2015 va a resultar muy complicado formar mayorías parlamentarias, con todo lo que ello implica de cara a la inversión extranjera y los mercados, por no hablar de la pura y estricta gobernabilidad. El viernes mismo lo advertía el banco JP Morgan, cuando aconsejaba a sus clientes no invertir en deuda española “ante las expectativas de que la incertidumbre política crezca a nivel tanto regional como central” en España.
Podemos apoya el derecho a decidir del “pueblo catalán”
Y bien, ¿hay alguien ahí…? ¿Alguien capaz de escuchar y alentar soluciones? ¿Alguien con poder bastante para sacar al presidente Rajoy de su letargo? Lo hemos dicho ya aquí y volvemos a hacerlo ahora: si el cambio democrático, si la tan ansiada regeneración no se aborda desde dentro, alguien la abordará desde fuera, y seguramente esa será una solución más traumática y dolorosa. Más cara para todos. Baste la lectura del artículo que este sábado publicaba Íñigo Errejón, uno de los líderes del partido de Iglesias,en El País (“Podemos: más democracia, nuevo tablero”): los tópicos, las perífrasis, la morralla conceptual, las baratijas intelectuales propias de la dialéctica asamblearia en la universidad. Pero si la forma es disculpable, mucho peor es el fondo, esa inicua manera de manipular el significado de las palabras. Viene a cuento el diálogo entre Alicia (A través del espejo) y Humpty Dumpty:
-La cuestión –insistió Alicia- es si se puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes.
-La cuestión –cortó Humpty Dumpty- es saber quién es el que manda… Eso es todo.
El que manda es el que impone la norma, el que dice lo que significan los términos. Podemos no tiene, todavía, el Poder, pero retuerce el lenguaje como si lo tuviera (en eso se parece al nacionalismo catalán y su facilidad para pervertir el significado de las palabras). Podemos “apoya el derecho a decidir del pueblo catalán. No podría ser de otra manera”, escribe Errejón. La peor izquierda y su tradicional aversión a España, a la unidad de España. Podemos dice querer acabar con el “régimen” pero, mucho antes de que ellos llegaran a la Facultad de Políticas, montones de españoles honrados estaban ya reclamando la regeneración del sistema, aunque no para reconvertirlo en algo parecido a la actual Venezuela.
El tiempo empieza a correr en contra de la adopción de soluciones desde dentro. Apelar a un gesto de heroísmo parecido al que protagonizaron las cortes franquistas cuando aceptaron hacerse el harakiri tras la muerte de Franco, no parece en esta situación una propuesta descabellada. Es evidente que los cambios que el país necesita solo podrán abordarse mediante un gran pacto político –concretado o no en un Gobierno de concentración- en el que deberían integrarse al menos los dos grandes partidos del país. ¿Pueden encabezar ese pacto dos hombres como Rajoy y Pedro Sánchez? Difícil, aunque no imposible, porque nada debería ser descartable cuando lo que está en juego es la estabilidad del país. Algunos sostienen, no obstante, que ese gran pacto se hará, pero no lo encabezarán ni Rajoy ni Sánchez, cuyas cabezas podrían rodar por el empedrado el próximo mayo si las autonómicas y municipales confirmaran el desastre que anuncian las encuestas. Hay quien dice, por eso, que el futuro de España lo dibujarán dos manos femeninas desde el partido del Gobierno y desde el de la oposición: las de Soraya Sáenz de Santamaría y las de Susana Díaz, el verdadero poder fáctico del socialismo español. Pero, ¿habrá tiempo a partir de mayo para reforzar la presa y evitar que explote?
Nota : pongo estos tres refranes para que el lector tenga cuidado con lo que lee. Es muy facil manipular a la gente, todo el cuidado es poco. Hay que CUESTIONARSE lo que se lee, CONTRASTARLO y luego CADA UNO DEBE LLEGAR A SUS PROPIAS CONCLUSIONES.
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** Si te ha gustado la publicacion, lo mejor que debes hacer es ir al blog/pagina del autor y DEJAR UN COMENTARIO. En mi blog no puedes dejar comentarios, pero si en el del autor. **
** Cuando incorporo MI OPINIÓN, la identifico CLARAMENTE, con la única pretensión de DIFERENCIARLA del articulo original. **
** Pido perdon por MIS limitaciones literarias. El hacerlo mejor (no mucho) me cuesta dedicarle MAS TIEMPO, y la verdad es que (ademas de no tener tiempo) tengo poca paciencia, por ello, y nuevamente, pido disculpas por las susodichas limitaciones. **
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